Los grandes hombres y mujeres de la humanidad se caracterizan por ser grandes soñadores que se arriesgan a probar algo nuevo, aún sabiendo que pueden equivocarse. Son mentes inquietas, curiosas, que observan, imaginan y crean. Porque tienen la mirada de un niño. Aquel que un día fueron y que no han dejado de ser.
Aunque se acostumbre a pensar lo contrario, los niños tienen mucho que enseñarnos. Seguro que todos hemos echado de menos en alguna ocasión esa pasión que les inunda en todo lo que hacen. Viven la vida con intensidad y saben disfrutar de las pequeñas cosas. Todo lo convierten en un juego y cualquier objeto o lugar se convierte en objeto de investigación. No hay niño que no observe y que no experimente en su observación. Y lo más importante: tienen la mente abierta, libre de ideas preconcebidas. Para ellos, todo es posible. ¿Y por qué no?
¿Por qué las personas no pueden tener superpoderes? ¿Acaso un médico no los tiene? Todo depende de cómo se mire. Lo que ocurre es que los niños tienen la mirada limpia, y en su mente todo tiene cabida. Los adultos en cambio, no lo terminamos de ver del todo claro, lo vemos «borroso», o más bien, tenemos la vista cansada.
Sin embargo, nos empeñamos en convertirlos en nosotros, y en querer que aprendan aquello que les va a ser «útil» en la vida. Pero, ¿alguien puede decir qué va a ser útil en 10 años? Porque yo no. Lo que sí sé es lo que necesitamos hoy. Podemos sobrevivir sin saber logaritmos, o sin saber clasificar a los animales vertebrados, pero no sin saber relacionarnos con otras personas, o caminar, o sin saber ser feliz. Justo aquello por lo que los niños tienen verdadero interés. Por algo será, ¿no?
Una vez escuché que todo lo que aprendemos a lo largo del día pasa a un segundo plano si no es parte de nuestra decisión. Y es que el ser humano es inteligente, sabe lo que necesita. Por eso un niño de 3 años se interesa por los números y las letras, porque están presentes en el entorno en el que se mueve y ve que las personas los utilizan. De lo contrario preguntaría: Y esto, ¿para qué sirve?
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