«Cuando me dicen qué quiero ser de mayor… Todo se complica». Así empieza este popular vídeo que pone de manifiesto la controversia en torno a una pregunta que a todos nos han hecho alguna vez: ¿Qué quieres ser de mayor?
En primer lugar, me pregunto cuál es el fin. ¿Qué buscamos con esa pregunta? ¿Por qué nos referimos constantemente al futuro? ¿A caso los niños no son algo ya, ahora? Pareciera como si los más pequeños debieran aspirar a vivir en el mundo «real», el de los adultos. Sin embargo, no es casualidad que este mundo que nosotros vemos como el único posible, para ellos sea gris, aburrido, y sobre todo, complicado.
Normalmente, cuando hacemos esta pregunta buscamos que los niños identifiquen su talento, el cual se materializa en una profesión concreta: médico, bombero, maestro, empresario… Ese es el único fin en la vida. Estudia y conseguirás un trabajo. Esa es la fórmula de la felicidad… ¿De verdad?
Está claro que la autorrealización es una de las necesidades de todo ser humano. Ya lo decía el psicólogo Maslow con su famosa pirámide de las necesidades. No obstante, se nos ha olvidado que para llegar a ello antes debemos asegurarnos de conformar una base que sustente dicha pirámide. De nada sirve que encuentren aquello a lo que se quieren dedicar el día de mañana, si se olvidan del hoy, de vivir.
Pensemos más en cómo éramos nosotros a su edad. Y no tanto en el día en el que ellos sean como nosotros. Quizá así, se nos contagie algo.