¿Por qué sociedad y educación no caminan de la mano? Las escuelas que hoy conocemos nacieron para dar respuesta a unas necesidades que son completamente diferentes a las que tenemos ahora. Nos estamos enfrentando al presente y al futuro a base de hacer lo mismo que en el pasado.
Nuestro sistema educativo actual fue diseñado, concebido y estructurado en la era de la Revolución Industrial. En aquel entonces, se consideraba que la inteligencia era la capacidad para el razonamiento deductivo, y el conocimiento estaba en manos de unos pocos. Y todavía hoy, resolver problemas con una única solución posible y aprenderse los ríos de España siguen siendo objetivos del currículum.
Y estas huellas del pasado siguen estando presentes hoy en la infraestructura y en la organización de las escuelas. Timbres, horarios rígidos, instalaciones separadas y especializadas por asignaturas, grupos por edades… ¿No os recuerda a una fábrica? Parece como si de una cadena de montaje se tratase. Una cadena en la que los niños van pasando curso tras curso haciendo todos lo mismo y a la vez.
Pero, tal y como dice Ken Robinson en una de sus intervenciones, ¿por qué suponemos que lo más importante que tienen los niños en común es su edad? ¿Por qué tratamos de normalizar y estandarizarlo todo? Todo está tan estructurado que no permite que cada niño se desarrolle plenamente, no hay cabida para la personalización. Se espera que todos los productos que se obtienen (los niños) sean iguales. Y si no es así, algo falla (en ese niño). De ahí que muchas personas brillantes crean que no lo son, porque han sido evaluados según este modelo.
Por eso, subiendo los estándares (sin resultado…) no conseguimos nada. Porque lo importante no es el producto, sino el proceso. Es decir, el cómo, la esencia de cada uno. Y eso se consigue fomentando el pensamiento divergente (la capacidad de ver multitud de respuestas posibles a una cuestión), algo característico de los niños más pequeños y que se va perdiendo con el paso de los años. Me pregunto por qué…
La diversidad es fuente de promoción de vida. El mundo progresa porque cada uno aporta algo diferente a la sociedad.